El uso limitado de los recursos naturales obliga a los seres humanos a repensar la manera de producir para satisfacer sus necesidades, a hacerlo de una manera mucho más eficiente y aprovechando en mayor grado lo que recibe del medioambiente.
Esto va de la mano de la generación de una energía más limpia gracias a las renovables y contribuye a mantener un ecosistema sostenible. En este artículo conoceremos qué es la eficiencia energética y de qué manera se aplica en nuestra vida cotidiana
¿Qué es la eficiencia energética y para qué sirve?
La eficiencia energética no es más que el uso eficiente de la energía de un producto con el objetivo de conseguir la optimización de su uso y un ahorro energético, a la vez que se mantienen unos estándares de confort. A lo largo de los años la tecnología ha evolucionado y cada año se ingenian productos más eficientes que el anterior y un frigorífico de hoy en día, poco tiene que ver con uno de hace 20 años, por este motivo se han ido adaptando los requisitos para considerar un producto eficiente.
Existen modelos de producción basados en conseguir una mayor eficiencia, como la* economía circular.
La eficiencia energética se debe indicar en diferentes productos y bienes. Así, se categorizan energéticamente desde los electrodomésticos, hasta los edificios.
Eficiencia energética en electrodomésticos: la etiqueta energética
Desde 1995 la UE requiere a los fabricantes de electrodomésticos que indiquen la eficiencia energética de sus productos en una etiqueta que es fácilmente identificable con el ahorro energético como objetivo. Se trata de un indicativo o etiqueta de diferentes colores y letras, aunque su significado ha ido adaptándose a las mejoras tecnológicas, incentivando la creación de productos cada vez más efectivos.
En marzo de este mismo año 2021 se han cambiado las categorías de eficiencia, pasando de la clasificación con una horquilla de letras que iba de la A+++ (la más eficiente), a la D (la menos eficiente). Actualmente, las etiquetas indican la eficiencia con una horquilla de la A, a la G, un cambio realizado para facilitar su comprensión a la ciudadanía.
Las nuevas etiquetas afectan a frigoríficos, lavavajillas, lavadoras y televisores. Bombillas y lámparas harán el cambio el 1 de setiembre, secadoras y aires acondicionados en 2022 y estufas y calderas en 2030.
La media de eficiencia de los electrodomésticos en Europa se sitúa entre la D y la E. Con un aparato de clasificación A, de media se está ahorrando un 55% de energía, mientras que con uno de clasificación G, se usa un 45% más que la media.
De momento no existe ningún electrodoméstico en la A porque se quiere dejar está categoría para futuros aparatos que tengan un grado de eficiencia mayor a lo que tenemos actualmente en el mercado.
Además, la etiqueta también incluye: fabricante, tipo de aparato, marca y modelo, consumo (kWh/año), ruido, litros (en frigoríficos).
Otro de los cambios en las categorías del etiquetaje es la introducción de un código QR con la intención de dar la opción a los compradores a ampliar la información sobre el electrodoméstico que van a comprar.
Eficiencia energética en inmuebles: el certificado de eficiencia energética
Para valorar la eficiencia de los inmuebles existe el llamado certificado de eficiencia energética, un documento obligatorio desde 2013 por orden de directivas europeas, en el cual se especifican determinadas características y que permite conocer su consumo energético y su nivel de emisión de Co2.
¿Cómo se calcula la eficiencia?
Se calcula a partir de una serie de indicadores que miden el consumo del edificio en un determinado espacio temporal, teniendo en cuenta un funcionamiento correcto de sus instalaciones y con este ocupado. Cuanta más energía necesitada se registre, menos eficiente será el inmueble y viceversa.
El resultado es una etiqueta similar a la de los electrodomésticos, con una categorización del edificio entre la A y la G y deberá estar presente durante la promoción y venta del edificio.
El grado de eficiencia debe ser marcado por un técnico autorizado, cuyo estudio parte de un procedimiento que tiene en cuenta aspectos como las dimensiones y la forma, ocupación y funcionamiento del edificio, cuán óptimas son sus instalaciones y su capacidad de aislamiento térmico. A efectos prácticos estamos hablando de que si un edificio es eficiente, sus inquilinos pagaran menos por la electricidad y gastaran menos recursos a largo plazo. Por ejemplo, no hará falta dejar puesto el aire acondicionado durante tanto tiempo si el edificio tiene un buen sistema de aislamiento térmico.
Los edificios de grado A consumen menos de 44,6 kWh/año y emiten menos de 10 KgCo2/año; mientras que los de grado G, consumen más de 382,6 kWh/año y más de 79,2 KgCo2/año.
La eficiencia energética en la UE
En el 2007 los líderes de la UE establecieron como horizonte el 2020 para la reducción del consumo energético un 20%. No obstante, en 2018 se adaptó ese marco legal y se puso un nuevo año horizonte, en este caso 2030, para la reducción del consumo de energía en un 32,5%, como parte de un paquete de medidas aprobado llamado Energía limpia para todos los europeos.
El Parlamento Europeo informa que el objetivo de las medidas dedicadas a la eficiencia energética responden a necesidades de abastecimiento de energía sostenible, de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la seguridad del suministro energético, reducir el coste de las importaciones y mejorar la competitividad en la UE.
Finalmente, desde 2012 la UE obliga a los estados a fijar objetivos nacionales dedicados a esta cuestión con el fin de conseguir el objetivo hasta 2020. Desde 2018, la Unión reclama el establecimiento de medidas a los Estados miembros para reducir un 4,4% el consumo anual de energía de cara al horizonte 2030, que deben verse reflejados en un plan nacional de actuación integrado de energía y clima, desde 2021 hasta la fecha indicada que establezca las medidas que se van a seguir para conseguir dicho objetivo europeo.
Fuentes:
- UE
- Comparador de luz by Selectra
- BBVA
- Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico
- Parlamento Europeo
- FAEN